EL AULLAR DE LAS HORMIGAS
jueves, 5 de diciembre de 2013
TEXTO Y DISCURSO EN CHIMBOTE
Sobre el texto y discurso existe una problematización en su definición y, en casi toda la bibliografía no está ausente la ambigüedad, la polisemia y hasta la sinonimia. Por lo tanto, si alguien preguntase qué es el discurso y qué es el texto, habría que replicar: ¿”Desde qué perspectiva estás preguntando?” Por ejemplo Sarfati (1993) explica que el discurso puede tener un sentido específico al referirse a la conversación y una tendencia general, al referir a toda clase de signos. Van Dijik, lo reafirma:
“….debemos tener conciencia clara de la diferencia teórica entre el uso abstracto del término "discurso" cuando nos referimos a un tipo de fenómeno social en general y el uso específico que hacemos de él cuando nos ocupamos de un ejemplo concreto o un ejemplar determinado de texto o de conversación”.
En otras palabras, se puede enlazar con la la concepción de la lingüística textual que estudiaba al texto sin contexto , mientras que la disciplina del Análisis del discurso, consideraba al discurso como un texto en el contexto. En este trabajo nos referiremos básicamente al discurso como generalidad y que opera a nivel de las ideas o del contenido semiológico con que la sociedad y suma de textualidades colectivas individuales se desenvuelven. Creemos, como decía Van Dijik, que el discurso es una parte intrínseca de la sociedad y participa de todas sus injusticias, así como de las luchas que se emprenden contra ellas. Por eso, todo ensayo, todo trabajo no solo debe limitarse a brindar una descripción elemental de las entidades que se suceden en el acontecer de la realidad, llámese pólitica, cine, literatura, etc, sino que debe haber una criticidad, según Van Dijik:
“Los analistas críticos del discurso no se limitan a observar tales vínculos entre el discurso y las estructuras sociales, sino que se proponen ser agentes del cambio, y lo hacen como expresión de solidaridad con todos los que necesitan con urgencia ese cambio “.
De estas ideas expuestas habría que preguntarse, por ejemplo, ¿Cómo ha evolucionado el discurso social y político en Chimbote a partir de la historia? ¿Ha existido una postura heterodiegética de la historia como ensoñación en los textos de Unyén o de los demás “historiadores”? ¿Ha sido el discurso sociopolítico de los gobernantes de turno un acercamiento a lo “Chicha/informal” o es el reflejo de una realidad pobre de espíritu? En los textos periodísticos diversos y en las entrevistas que se han observado por la televisión podemos advertir que los discursos tienen un hilo común: una carencia de ideas y de soporte sociopolítico, ausencia de paradigmas filosóficos y vaguedad en las propuestas. Por ejemplo el Presidente Regional de Ancash, César Alvarez, (Véase http://www.youtube.com/watch?v=gE4nDYi6iv8) a través de esta entrevista, revela un modus oprerandi basado en la informalidad, lo que en el fondo transmite el nivel educativo de los gobernantes de turno y la forma en que los argumentos políticos se usan para manipular o maquillar la realidad. Hay en estos gobernantes una política del insumo como estrategia o del clientelaje como práctica, donde lo importante es la “reelección” y no el desarrollo sostenible de la comunidad. A través de un Estudio Crítico del Discurso (ECD) se puede ver que periodistas “comandos”asumen un rol desde el poder de la autoridad y niegan los demás discursos que entran en contradicción con ellos. En esta lógica de afirmación y negación parece afirmarse una ausencia de criticidad social, debido a que los sujetos parecen embrutecidos por la puesta en escena de una realidad “mediática”.
Por eso, el contexto chimbotano y neochimbotano requiere de una lectura profunda que desmitifique la era arguediana y que deconstruya el mito de la ciudad. Hay que considerar que los discursos marginales y del poder parecen chocar y ser antagonistas, y en ciertos casos llegan a unirse, por ejemplo cuadros políticos de barrio que apoyan los discursos de candidatos impresentables. ¿Por qué la gente reelige a personajes que lucran con el poder? ¿Por qué estas personas tienen un imaginario social arraigado a lo decadente, como repertorio de la ciudad chimbotana? ¿Es el discurso de la ciudad una situación emblemática inmodificable? Creemos que la criticidad ausente de los textos sociopolíticos o literarios coadyuvan a una actitud conservadora, frágil. La discursividad de la ciudad se muestra aletargada por una condición pasiva, mediocre, de paradigmas educativos pobres.
En conclusión, el discurso chimbotano, en el ámbito político , social y periodístico obedece a patrones establecidos por la práctica informal y por una conciencia social “farandulera” que apenas advierte de este fenónemo.
SARFATI (1997). Elementos del análisis del discurso.Paris: Nathan
EQUIPO: SARITA “LA CARTONERA”
Coral Avila, Erica
Morales Viera, Italo
Pérez Castillo, Sara
Rentería Valera., Betty
sábado, 19 de octubre de 2013
¿MEDIO O FIN? EL USO DE LA COMPUTADORA EN EL AULA
Hoy en día, ante el avance de la tecnología y uso avasallador en los medios educativos, surgen unas interrogantes que nos pueden ayudar a reflexionar sobre sus potencialidades y debilidades. ¿En qué medida el usar una diapositiva en clase, convierte a un docente tradicional en moderno? ¿Sólo el uso de los soportes tecnológicos es garantía para que la educación sea significativa y útil para el alumno? ¿Es el Facebook una herramienta de distracción o de utilidad persuasiva? ¿En qué forma el docente reflexiona sobre lo que hace con las herramientas TICs?
Creo que hoy en día el uso de las computadoras en el aula corre el peligro de ser un elemento pasivo y hasta distractivo, sino no es aplicado con la suficiente base interactiva, reflexiva y crítica. ¿Sólo el ludismo es elemento suficiente para garantizar su éxito? ¿De qué sirve una pizarra interactiva frente a un niño que no sabe leer de corrido o cuando sus habilidades matemáticas son deplorables? En el uso de las nuevas tecnologías hay ciertamente elementos que hacen posible el aprendizaje, pero se debe tener en cuenta criterios como contextualidad, sociabilidad, significatividad y reflexión. No olvidemos que el mejor aprendizaje es aquel que se almacena en la memoria a largo plazo y no aquel que se disuelve en las pantallas del ordenador.
jueves, 30 de mayo de 2013
MORFOLOGÍA Y LITERATURA
La literatura es una actividad que usa la palabra como repertorio para su desarrollo dialéctico desde el yo hacia el mundo y viceversa. En base a esto podríamos entender que estudiar la palabra requerirá un dominio de lo formal en sus partes clásicas y que a la literatura poco le importa las enrevesadas cuestiones de la gramática profunda. No obstante, hay algo definitorio: la morfología de la palabra exige una morfología de la emoción, una sintaxis de lo humano.
La morfología es una disciplina que aborda la palabra como organismo estático, casi en actitud de un médico forense. No sé hasta qué punto la morfología enseñe a escribir, pero si puede enseñar a reflexionar sobre los profundos sentidos de los significados mínimos. Nos pone los límites en que la palabra no debe trasgredir lo mínimo indeseable. Jugar con el sufijo es cosa seria y más aún cuando se trata de neologismos.
jueves, 28 de febrero de 2013
AL BORDE DEL CAMINO
Al borde de la carretera hallé a Juan O...caminando bajo los efectos de alguna borrachera atroz. Lo reconocí por el perfil mestizo y por el discurso alucinado que escupía a la noche. Lo llamé por su nombre, impávido, sabedor que pronto habría de morirse. Se detuvo y me echó una mirada gris. Me acerqué y le tendí la mano.
-¿Lo conozco?-me preguntó con temor y dejándome desairado.
-Quizás, pero no importa -repliqué-No camine por este sendero porque lo llevará a la muerte.
Rió lanzando grandes carcajadas. La noche era azul y fría y desde el fondo de mí emergía la lástima.
-Déjame en paz-gritó con tono furioso-¿Acaso eres Dios?
Se arrastró lentamente sobre la delgada carretera. Desde el otro lado de la calle, el rumor de la ciudad era grotesco. Lo vi por última vez: parecía una sombra, un pájaro sin alas.
martes, 11 de diciembre de 2012
El
maquillador de muertos
Había aprendido su oficio
en las largas faenas que tuvo con su padre: un viejo taxidermista que
acostumbraba cambiar las córneas de los cadáveres. A los diez años sabía que
abrir el estómago a un hombre era tan común como disecar un gato o calcinar una
cucaracha. Se hizo amante de los cuerpos fríos y de los silencios que emitían
los seres inertes. Nunca pronunció un quejido de espanto cuando trasnochaba,
solitario, en medio de decenas de muertos a sus costados. Aprendió a comunicarse
con ellos al igual que un jardinero lo hacía con las flores; les hablaba
despacio, les reñía por la tosca apariencia, qué cara tienes, y por sus raras formas de abrir los ojos más de la
cuenta. Cuando los hallaba rasgados por la barriga o con el cráneo agujereado
les daba un sermón sobre la prudencia que requería la vida nocturna en la
ciudad, blancos fáciles de nómades y de vagabundos, hijos de la nada, a ella han de volver. Sabía que los
muertos en el fondo lloraban en silencio, que ocultaban un lenguaje imposible
que él quería descifrar. Los veía con los labios pegados y los brazos rígidos,
lívidos, sobre cuya piel grababa un grafiti. Aprendió que quererlos, a comprender
su eterna mortandad.
Una noche, cuando había trabajado más de la cuenta, le trajeron
un cadáver con signos de haber caído a un abismo. Sospechó del carácter suicida
del sujeto: algo de su presencia intolerable le parecía un déjà vu. Le interrogó sobre su historia, sus
modales rudos en la mesa y le prometió
dejarlo como si estuviera en el día más festivo de su vida. No le importaba si
habría respuesta, prefería el silencio a tener que contradecir una idea. Le
tocó la frente como si fuera un niño, Borraré
tus ojeras y tus malas noches, mientras a sus costados las bombillas de luz
lo martirizaban, insectos, luciérnagas sin luz.
Lentamente cogió una
ampolleta y presionó sus labios para
inyectarle un líquido semejante al colágeno. Quiso que sus labios fueran
grandes, vivos, como antes lo habían sido. Extrajo de la repisa una botella de
alcohol y lo humedeció con un trapo, huele a bar, a indecencia; luego removió su piel, de a pocos, con leves
masajes a la altura del mentón: zona hueca y sangrante que evidenciaba el signo
de una batalla. Enseguida diseminó unos polvos naranjas sobre la piel cruda y
amarilla. Sabía que de alguna forma el muerto había sido un hombre curtido de
vanidad. Lo sospechó por sus tatuajes de seres mitológicos que llevaba en el
pecho: un Centauro verde batallando contra Pegaso. Asimiló su semblante parecido a un poeta subterráneo,
cuyo nombre le era volátil. Pensó, (imaginó) en las decenas de veces que el hombre
había visto los ojos de una mujer hermosa, conjeturó sus palabras, el te amo dulce y la voz quebrada, imaginó el rechazo, la fuga nociva de la mujer
hacia un lugar imposible de alcanzar. Lo vio extraviado, sucio, en las calles
grises, bajo los puentes sensibles, nunca
debiste amarla más de la cuenta, surcando
un río que le llevara hacia el mar.
No quiso seguir dejándose
avasallar por la locura y el fácil
retorno a la ficción y volvió a la tarea. Dejó que sus manos vayan dejando
sobre el rostro el gesto vivo de un animal recién nacido. Sintió el amasijo de
una cara que se van creando de la nada como si estuviera diseñando un hombre
nuevo, con el corazón antiguo. El tiempo le pareció ordinario, el amor ha sido tu asesino, murmuró con
el alma en vilo. Luego de media hora vio que la piel iba dejando la palidez
para ir ganando un color rojizo. Se alegró y pensó que quizás en el fondo
estaba jugando a ser Dios. Le dio a su frente el brillo natural que brota de la piel sucia, sin lavar. No
quería que el muerto se viera como si estuviera
expuesto para ser fotografiado para la eternidad, sino que tuviera la
fácil naturalidad de un día cualquiera: encontrarse igual en el espejo en la
mañana.
Finalmente cuando vio que
su trabajo estaba listo se inclinó un poco, retrocedió y desde cierta distancia
susurró, Levántate, Lázaro, con
lastima como si algo se le hubiera quebrado en el interior. Cuando recordó que
había dicho la misma frase de otras veces se sentó, encendió un cigarro y se
puso a llorar, levántate. Dentro sí
ardía una palabra, Lázaro, la única que le salía de la boca.
LA ESTEPA CALCINADA: UNA LECTURA DEL SENTIDO MÍSTICO Y SOCIAL
Por Italo Morales.(*)
LA
ESTEPA CALCINADA de Feliciano Padilla
reúne nueve cuentos construidos sobre un espacio homogéneo: Puno. Son relatos
atravesados por la prolongación del
telurismo: el binomio hombre-naturaleza y por la certidumbre de un humanismo
rebosante. Se aleja ideológicamente del neoindigenismo y se
centra más bien en un mundo diferente: un territorio místico, de reflexión
étnica e intercultural, cuyos personajes-enigmas dejan margen para la denuncia
social y política.
Lo místico
es extender comunicación con la naturaleza y con uno mismo, es sustraerse y
vislumbrar la luz que habita en la otredad: es evasión, es refugio ante lo
prescindible. En algunos cuentos se percibe esta postura, que no tiene nada de orientalista ni
de actitud maniquea, sino que es una respuesta ante lo real. En EL PAÍS DE LOS
URUS, por ejemplo, el personaje-narrador tiene un encuentro místico con un
sabio de rasgos fantasmales: un viejo aimara descendiente de los Urus. La idea
del eterno retorno, la vuelta a la Utopía se
condiciona necesariamente con un presente caótico que conduce a la
imprescindible comparación nostálgica de lo acaecido: “Todo acabó para aquella
raza de superhombres” (p.6). Dentro de esta idea la evasión es postura
metafísica, que no sólo implica
recuperación del pasado, sino que lleva una fuente mesiánica poderosa: lo
inverso, es decir el pasado debe alterar el presente para que el bien resurja:
“esa raza volverá (...)que esa raza retorne para salvar el mundo” (p.7). En ese país de los Urus está
el maná, la energía desde donde se nutre el presente inexplorado.
Este tipo de comunicación con la
naturaleza y con sus voces percibidas
desde otro ángulo no inmediato, se aprecia en el cuento ATRAPADO ENTRE LA
SOLEDAD Y EL LAGO. Aquí, un pescador, antes de
regresar a su hogar queda arrobado por un redescubrimiento del Lago
Titicaca, con su paisaje poético y con la imagen espectral de una mujer-enigma.
Todo esto le arrastra hacia una evasión
carente del rigor metafísico, sino más bien se emparenta con la
sabiduría que encierra la naturaleza.
Cuando el personaje llega a su hogar se enfrenta con el pragmatismo del mundo
vertiginoso. Esta dicotomía naturaleza-ciudad es equivalente a
felicidad-infelicidad, según la atmósfera y la postura que pretende mostrar el
autor. Por eso la materialidad se opone a la irrealidad que significa una
suerte de refugio: “El puerto es el mismo infierno” (p.9). Lo opuesto sería: la
naturaleza es el cielo.
La evasión a veces se estrecha con el deseo de la
recuperación histórica, como en EL PAÍS DE LOS URUS o con
la invocación a la fuente divina para el alivio de los males terrestres
como en SONATA DE LOS CAMINOS OPUESTOS. En este último cuento, Manuel después
de huir de la comunidad de Khero,
perseguido por sus verdugos, vislumbra el amparo remoto de su elemento
totémico: el sol. Es que: “El sol lo era
todo para él. Lo había sido desde sus antepasados: dios del universo...”
(p.42). Pero como el devenir histórico es dialéctico (desde la racionalidad
occidental), la circularidad aimara o
quechua no se completa y la recuperación del pasado se vuelve fantástica y el
final tiende a ser trágico. Todos los cuentos acusan este tono. Esto lo
entiende también uno de los personajes en el cuento CALÍGINE cuando le dice a otro: “Te empeñas vanamente
en volver hacia atrás” (p.11). No hay
escapatoria; no hay refugio en la contemplación y en el asombro. La
realidad lo disuelve todo: la trama se nubla con un destino que sobrepasa el límite de los
personajes. De esta manera la evasión afirma cierta aura mística en estos
cuentos, pero no define necesariamente una línea clara sobre un pensamiento
utópico. No existe peso ideológico que refuerce el sentido de los temas.
En todos los cuentos, excepto en
SONATA DE LOS CAMINOS OPUESTOS y EL CANTO DEL KILLINCHI GUERRERO, existen personajes que asumen un rol
paternal, irradiados de un mayor o menor grado de misticismo: una suerte
de fuente de sabiduría que ayuda al
personaje central en su viaje hacia el conocimiento. Algunos de estos seres
tienen el rasgo de lo enigmático: aparecen, se diluyen, quedan en la memoria
frágil.
En EL PAÍS DE LOS URUS, el personaje central al
encontrarse con el sabio aimara, revela en él su condición paternal: “Su semblante de filósofo
aimara” (p.6). Éste lo sumerge en la historia de los Urus, lo abisma con su
leyenda. Es una revelación casi de carácter religioso que, al final, el discípulo queda abrumado con la
experiencia. Es un acercamiento místico con la historia, con sus raíces étnicas
que, al revelárselas, pretenden
aleccionar el porvenir. En el desenlace uno asiste al carácter fantasmagórico
del personaje-enigma que se disuelve en su espejismo.
Otro personaje con este carácter
se encuentra en CALÍGINE. Aquí, un profeta de perfiles mesiánicos anuncia
prontos cataclismos para la ciudad, y le revela al personaje-eje que pronto lo
enterrarán. Éste, incrédulo, se resiste
a asumir esta idea. Pronto descubre que en verdad siempre había estado muerto.
El profeta es un enigma desde la perspectiva del personaje central: es una
suerte de Cristo en medio de una
atmósfera apocalíptica y destructiva.
En el cuento LA ESTEPA
CALCINADA, la figura del viejo Melchor, se convierte en místico por su propia
figura paterna: “El viejo era recio como una roca milenaria y eterno y sabio
como el tiempo” (p. 15) No es necesariamente un Mesías, pero su idiosincrasia le imprime un sello caudillista, paternalista, más cerca
de lo religioso que de lo político: “Tú eres viejo, como nuestro padre eres”
(p. 16).Lo enigmático no es un desconocimiento per sé, sino una aprehensión no
inmediata de lo sensible.
En PASAJERO
DE TREN DE MEDIANOCHE, el personaje central, en pleno viaje de tren, se encuentra con un extraño acompañante que
resulta ser el Tiempo. Es el cuento más reflexivo de todos. La idea de la
fugacidad de la vida explora niveles de angustia casi no percibidos en otros relatos,
bajo estas líneas filosóficas. El personaje-enigma: el Tiempo, asume, por su
propia condición, una postura divina: “Yo soy el que debe ser” (p.23). Este
misticismo de correlato cristiano podría haber involucrado otra apertura del
rasgo existencial de la conciencia, una especie de ser-para-sí, que hubiera
dotado de mayor suficiencia al cuento.
De igual forma en LOS DISCÍPULOS DE ROBESPIERRE (de muchos
matices políticos), el personaje-enigma es un poeta puneño, que advierte a un
candidato municipal de no efectuar su mitin
en Laykakota: lugar donde se ritualiza la decapitación al injusto. Es un personaje que sirve de
puente comunicante: revela parte de la realidad, pero él mismo queda en la
incertidumbre.
El último de estos
personajes está en el cuento MACHU
SUNQASAPA. Relata la historia de unos
escoleros que le temen a un enmascarado (Papá Noel), que resulta ser el mismo
profesor de la comunidad. Al principio el rasgo enigmático tiene un tono serio,
pero luego asume un carácter festivo. La interculturalidad de este cuento, tal vez no tenga el mismo
rasgo místico de los otros relatos, pero contribuye a dar relevancia a la atmósfera general del libro.
La denuncia social y el discurso
indirectamente político no podían estar ausentes en estos cuentos cuyo escenario
es Puno: mundo marginado y castigado por la naturaleza y el olvido. Las sequías, las inundaciones,
mezcladas con los abusos gamonalistas, permiten la introducción de personajes
que hierven en venganzas y miedos. En EL CANTO DEL KILLINCHI GUERRERO, narra la
historia de un dirigente de la comunidad
de Totorani que es castigado por defender su espacio civil de los abusos
gamonalistas. La idea de la defensa de la territoraliedad indígena está
presente: “Cooperativa hay que invadir” (p.26). Este dirigente, Lorenzo
Calahuilli, no puede contra ese
designio que rebasa su propia desgracia:
entre los verdugos estaba también parte de su familia.
La tragicidad se anuncia con
mayor nitidez en-según nuestro criterio- el mejor relato: SONATA DE LOS CAMINOS
OPUESTOS. Manuel, el indio perseguido
por sus vengadores parece condenado por un destino superior. Lo horrendo se
percibe al final, cuando es enterrado
vivo por su propio hijo. El aspecto político, aunque con menor nitidez, se
aprecia en LOS DISCÍPULOS DE ROBESPIERRE. Aquí la ironía y el ingrediente
digresivo resaltan más que los ánimos
electorales del candidato municipal.
En el
cuento LA ESTEPA CALCINADA existe una
digresión política que pretende explicar
el proceso evolutivo de la comunidad. Es un espacio, que quizás no guarda
relación con el tono del cuento, pero de alguna manera lo complementa.
REFERENCIAS
FINALES
. En cuanto a la técnica y
estructura de los relatos, éstos tiene un mismo planteamiento: a) iniciar con
la acción, b) efectuar un flashback breve para explicar el pasado, c) reiniciar
el tiempo y narración iniciales. Algunas
veces introduce digresiones de orden histórico y político para sintonizar con
la temática. No obstante, a veces, estas digresiones no concuerdan con la línea
seguida en la narración: obstruyen la intensidad. Por ejemplo en el relato LA
ESTEPA CALCINADA, se dilata la acciones
con una explicación social y política de la comunidad, y, por el mismo efecto, se desaparece al personaje-eje: Melchor, lo
cual resta contundencia al final.
.El aspecto social y político no
es un elemento excluyente; se inserta en la vorágine del conflicto: tiene, en
algunos cuentos, naturaleza no accesoria.
. En
conclusión, el libro asume una postura de
reivindicación del pasado puneño: la historia aimara, el vínculo
totémico, el acercamiento con la naturaleza que engendra
al hombre y lo expulsa al cosmos.
IDENTIDAD Y NUEVA
AXIOLOGÍA EN LA CULTURA
CHIMBOTANA
Por Ítalo Morales
Identidad: término clausurado
por la polémica y extraviado por la realidad. Hablar de identidad y de cultura
es centrar la vieja fórmula antinómica de Realidad
vs. Imaginería. Cuando se pretende potencializar la cultura tomando la función social del arte, se puede arribar a
construir teoremas desalentadores que
conllevarían a quebrar tablas de valores preestablecidos. ¿Es posible establecer
un criterio de identidad cultural de chimbote sólo partiendo de premisas edificantes
de antaño, sin haber determinado que la
nueva realidad sobrepasa esta metáfora?
En todos los círculos intelectuales se habla de que la identidad
chimbotana está aún por afirmarse; que somos un pueblo cuya historia es milenaria.
Esto es cierto. Sin embargo a veces dudo de que ella se pueda afirmar sólo
manipulando esquemas intelectuales y artísticos (ensayos reivindicativos, literatura
telúrica, pintura paisajista) para promover un valor deleznable y a veces
irreal. ¿Acaso queremos seguir cogiéndonos de una brizna cuando el viento de la
modernidad y la postmodernidad enseñan que los valores de identidad ya no
pueden enjuiciarse con los esquemas etnoculturales pasados?
Por eso creemos que
hablar de identidad y sobre todo de identidad cultural de Chimbote merece más
que un discurso lírico, una revisión y análisis de la nueva realidad.
Ya hace algunas
décadas la catarsis arguediana tratando de esbozar una razón a la sinrazón que
era el Chimbote de ese entonces - pequeña Babilonia, gigante incertidumbre- escribió
una novela inconclusa donde retrató un mundo ofuscado y gris. Desde entonces
nuestra idiosincrasia cultural ha tenido el sabor de la incomprensión. Las
nuevas generaciones ya no son el producto de la hibridez sólo racial. Ahora se enfrentan a paradigmas que las van educando fuera de la
formalidad. Nada se ganará con tabúes y prohibiciones para desalentar falsas
alienaciones. ¿Cómo se puede alienar lo que no se ha autoafirmado? Entendamos
el proceso. Es que la tecnología y los mass media vienen reeducando mentalidades que sobrepasan
nuestros deseos. Por eso la identidad
cultural de Chimbote no puede afirmarse
sólo con moralejas tradicionales, ya que ella es estática. La dinámica cultural
nos enfrenta a nuevos retos. Educar para el futuro afirmando nuestra historia
es lo ideal. Pero los modelos y los esquemas antiguos ya no sirven para ello.
La idiosincrasia de un pueblo
oscila con mayor velocidad en las
últimas décadas. Por eso Chimbote y su cultura ahora se alimentan de esquemas
artísticos postmodernos que socavan las
frágiles raíces culturales: los renuevan.
No se puede ir
contra el devenir de la historia. Hay
que saber reconocer este vértigo para comprender que somos una ciudad pluricultural: un crisol de voces y de
sueños. El debate está abierto.
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