IDENTIDAD Y NUEVA
AXIOLOGÍA EN LA CULTURA
CHIMBOTANA
Por Ítalo Morales
Identidad: término clausurado
por la polémica y extraviado por la realidad. Hablar de identidad y de cultura
es centrar la vieja fórmula antinómica de Realidad
vs. Imaginería. Cuando se pretende potencializar la cultura tomando la función social del arte, se puede arribar a
construir teoremas desalentadores que
conllevarían a quebrar tablas de valores preestablecidos. ¿Es posible establecer
un criterio de identidad cultural de chimbote sólo partiendo de premisas edificantes
de antaño, sin haber determinado que la
nueva realidad sobrepasa esta metáfora?
En todos los círculos intelectuales se habla de que la identidad
chimbotana está aún por afirmarse; que somos un pueblo cuya historia es milenaria.
Esto es cierto. Sin embargo a veces dudo de que ella se pueda afirmar sólo
manipulando esquemas intelectuales y artísticos (ensayos reivindicativos, literatura
telúrica, pintura paisajista) para promover un valor deleznable y a veces
irreal. ¿Acaso queremos seguir cogiéndonos de una brizna cuando el viento de la
modernidad y la postmodernidad enseñan que los valores de identidad ya no
pueden enjuiciarse con los esquemas etnoculturales pasados?
Por eso creemos que
hablar de identidad y sobre todo de identidad cultural de Chimbote merece más
que un discurso lírico, una revisión y análisis de la nueva realidad.
Ya hace algunas
décadas la catarsis arguediana tratando de esbozar una razón a la sinrazón que
era el Chimbote de ese entonces - pequeña Babilonia, gigante incertidumbre- escribió
una novela inconclusa donde retrató un mundo ofuscado y gris. Desde entonces
nuestra idiosincrasia cultural ha tenido el sabor de la incomprensión. Las
nuevas generaciones ya no son el producto de la hibridez sólo racial. Ahora se enfrentan a paradigmas que las van educando fuera de la
formalidad. Nada se ganará con tabúes y prohibiciones para desalentar falsas
alienaciones. ¿Cómo se puede alienar lo que no se ha autoafirmado? Entendamos
el proceso. Es que la tecnología y los mass media vienen reeducando mentalidades que sobrepasan
nuestros deseos. Por eso la identidad
cultural de Chimbote no puede afirmarse
sólo con moralejas tradicionales, ya que ella es estática. La dinámica cultural
nos enfrenta a nuevos retos. Educar para el futuro afirmando nuestra historia
es lo ideal. Pero los modelos y los esquemas antiguos ya no sirven para ello.
La idiosincrasia de un pueblo
oscila con mayor velocidad en las
últimas décadas. Por eso Chimbote y su cultura ahora se alimentan de esquemas
artísticos postmodernos que socavan las
frágiles raíces culturales: los renuevan.
No se puede ir
contra el devenir de la historia. Hay
que saber reconocer este vértigo para comprender que somos una ciudad pluricultural: un crisol de voces y de
sueños. El debate está abierto.
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