martes, 11 de diciembre de 2012


IDENTIDAD Y   NUEVA AXIOLOGÍA EN  LA  CULTURA   CHIMBOTANA

 

                                                                                                          Por Ítalo Morales

 

Identidad: término clausurado por la polémica y extraviado por la realidad. Hablar de identidad y de cultura es centrar la vieja fórmula antinómica de  Realidad  vs. Imaginería. Cuando se pretende potencializar la cultura tomando  la función social del arte, se puede arribar a  construir teoremas desalentadores que conllevarían a quebrar tablas de valores preestablecidos. ¿Es posible establecer un criterio de identidad cultural de chimbote sólo partiendo de premisas edificantes de antaño, sin haber determinado que la  nueva realidad sobrepasa esta metáfora?

 

En todos los  círculos intelectuales se habla de que la identidad chimbotana está aún por afirmarse; que somos un pueblo cuya historia es milenaria. Esto es cierto. Sin embargo a veces dudo de que ella se pueda afirmar sólo manipulando esquemas intelectuales y artísticos (ensayos reivindicativos, literatura telúrica, pintura paisajista) para promover un valor deleznable y a veces irreal. ¿Acaso queremos seguir cogiéndonos de una brizna cuando el viento de la modernidad y la postmodernidad enseñan que los valores de identidad ya no pueden enjuiciarse con los esquemas etnoculturales  pasados?

 

Por eso creemos que hablar de identidad y sobre todo de identidad cultural de Chimbote merece más que un discurso lírico, una revisión y análisis de la  nueva realidad.

 

Ya hace algunas décadas la catarsis arguediana tratando de esbozar una razón a la sinrazón que era el Chimbote de ese entonces - pequeña Babilonia, gigante incertidumbre- escribió una novela inconclusa donde retrató un mundo ofuscado y gris. Desde entonces nuestra idiosincrasia cultural ha tenido el sabor de la incomprensión. Las nuevas generaciones ya no son el producto de la hibridez  sólo racial. Ahora se enfrentan a  paradigmas que las van educando fuera de la formalidad. Nada se ganará con tabúes y prohibiciones para desalentar   falsas alienaciones. ¿Cómo se puede alienar lo que no se ha autoafirmado? Entendamos el proceso. Es que la tecnología y los mass media  vienen reeducando mentalidades que sobrepasan nuestros  deseos. Por eso la identidad cultural de Chimbote no puede  afirmarse sólo con moralejas tradicionales, ya que ella es estática. La dinámica cultural nos enfrenta a nuevos retos. Educar para el futuro afirmando nuestra historia es lo ideal. Pero los modelos y los esquemas antiguos ya no sirven para ello. La idiosincrasia de un  pueblo oscila  con mayor velocidad en las últimas décadas. Por eso Chimbote y su cultura ahora se alimentan de esquemas artísticos postmodernos que socavan  las frágiles raíces culturales: los renuevan.

 

No se puede ir contra  el devenir de la historia. Hay que saber reconocer este vértigo para comprender que somos una ciudad  pluricultural: un crisol de voces y de sueños. El debate está abierto.

 

 

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