miércoles, 14 de marzo de 2012


LA FERIA SIN LIBROS



Cuando Dante Lecca despertó, La Feria de

Libros todavía estaba allí”.



El Dinosaurio





Por Ítalo Morales *





Exagero, no hay duda, pero es una metáfora de la anemia del espíritu que aún persiste en las autoridades locales. ¿Cómo  no sentir  que algo nos conmueve hasta la lástima por una causa que creíamos en progreso: la cultura como paradigma y como emblema. Nos  hemos dado  cuenta que la cultura para ciertas personas sigue siendo una resignación, un globo de ensayo. Como no factura,  se evita la mirada y la billetera.



Nuestro amigo César Sánchez ha escrito recientemente un pronunciamiento  sobre la  fenecida Feria del Libro de Nuevo Chimbote, que cada dos años es resucitada  como un muerto viviente desde las catacumbas del Municipio de Nuevo Chimbote. ¿Tan difícil es  darle una institucionalidad seria y representativa? ¿Quién es el culpable de sus limitados stands, de la poca concurrencia. ¿Por qué tenemos que decir y con razón que lo pasado fue mejor? No hay duda que la gerencia del inefable Valentín Fernández, hizo mejor las cosas. Las comparaciones no son odiosas, sino aleccionadoras. Hubiéramos deseado –y nuestra esperanza fue flagrante – una superación, sino parricida, al menos  coyuntural. Un nuevo alcalde, una nueva Feria, que no se pareciera a las anteriores, sino que tuviera el giño de lo ejemplar. Entiendo que hubo una planificación en que la  que se invitaron a empresas, instituciones para darle forma, proyectar y concretizar acuerdos, sin embargo  esas empresas aparecieron fastuosamente  sólo en la publicidad, pura finta.



El gerente de cultura, bien gracias. Un aplauso para la retórica y nada más. Hemos asistido a la representación y al espectáculo de un simulacro que Nuevo Chimbote no se merecía. Decepción y falso marketing: Gran feria, libros a montones. Todo quedó en la posibilidad, reitero. Las ideas no se escucharon o si se hicieron  fueron  imposibles de concretarlo. Lo de siempre: presupuesto escaso, que sólo alcanzaba para un decorado.



Improvisaciones ceremoniales  de escritores “colados” a última hora le fueron restando seriedad a un evento que poco lo tenía. Sin mea culpa no habrá progreso y la historia será circular. ¿Dónde estuvo el programa y la hora? ¿Por qué iniciaban a deshora en las mañana, más aún   cuando los escolares debían oír, disfrutar de una exposición  ya prevista? Seguro que nos acusaran que la crítica es fácil si se hace desde  la otra esquina, y que en el escenario las cosas son diferentes como    decir “una cosa es con guitarra y otra con cajón”. Pero hay que ser inconformes, rebeldes si quiere abandonar  la improvisación; hay que quemar la franela barata y sin lustre por la demolición sincera de las falsas virtudes y de los falsos elogios.



Basta de  lavarse las manos, hay que tragar la crítica,  revolverse el estómago y el alma  como un purgante. No queremos metáforas, ni sueños: es hora de calcinar la tradición si es preciso y sacar al libro de los estantes y a los poeta de los bares y llevarlos a recitar en las plazas, donde haya conmoción y ruptura.



Por esa la Feria ha dejado más dudas y deudas que emociones; más  esperanzas que realidades; el “podría haber sido mejor” ha reemplazado al  “estuvo excelente”, como he leído en algunas publicaciones antojadizas. No hay que engañarnos y resetear  nuestro PC mental lleno de caricaturas y servilismos.







*Escritor y crítico literario.


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