LA FERIA SIN LIBROS
“Cuando
Dante Lecca despertó, La Feria de
Libros
todavía estaba allí”.
El
Dinosaurio
Por
Ítalo Morales *
Exagero,
no hay duda, pero es una metáfora de la anemia del espíritu que aún persiste en
las autoridades locales. ¿Cómo no
sentir que algo nos conmueve hasta la
lástima por una causa que creíamos en progreso: la cultura como paradigma y
como emblema. Nos hemos dado cuenta que la cultura para ciertas personas
sigue siendo una resignación, un globo de ensayo. Como no factura, se evita la mirada y la billetera.
Nuestro
amigo César Sánchez ha escrito recientemente un pronunciamiento sobre la fenecida Feria del Libro de Nuevo Chimbote,
que cada dos años es resucitada como un
muerto viviente desde las catacumbas del Municipio de Nuevo Chimbote. ¿Tan
difícil es darle una institucionalidad
seria y representativa? ¿Quién es el culpable de sus limitados stands, de la
poca concurrencia. ¿Por qué tenemos que decir y con razón que lo pasado fue
mejor? No hay duda que la gerencia del inefable Valentín Fernández, hizo mejor
las cosas. Las comparaciones no son odiosas, sino aleccionadoras. Hubiéramos
deseado –y nuestra esperanza fue flagrante – una superación, sino parricida, al
menos coyuntural. Un nuevo alcalde, una
nueva Feria, que no se pareciera a las anteriores, sino que tuviera el giño de
lo ejemplar. Entiendo que hubo una planificación en que la que se invitaron a empresas, instituciones
para darle forma, proyectar y concretizar acuerdos, sin embargo esas empresas aparecieron fastuosamente sólo en la publicidad, pura finta.
El
gerente de cultura, bien gracias. Un aplauso para la retórica y nada más. Hemos
asistido a la representación y al espectáculo de un simulacro que Nuevo
Chimbote no se merecía. Decepción y falso marketing: Gran feria, libros a
montones. Todo quedó en la posibilidad, reitero. Las ideas no se escucharon o
si se hicieron fueron imposibles de concretarlo. Lo de siempre:
presupuesto escaso, que sólo alcanzaba para un decorado.
Improvisaciones
ceremoniales de escritores “colados” a
última hora le fueron restando seriedad a un evento que poco lo tenía. Sin mea
culpa no habrá progreso y la historia será circular. ¿Dónde estuvo el programa
y la hora? ¿Por qué iniciaban a deshora en las mañana, más aún cuando los escolares debían oír, disfrutar de
una exposición ya prevista? Seguro que
nos acusaran que la crítica es fácil si se hace desde la otra esquina, y que en el escenario las
cosas son diferentes como decir “una cosa es con guitarra y otra con
cajón”. Pero hay que ser inconformes, rebeldes si quiere abandonar la improvisación; hay que quemar la franela
barata y sin lustre por la demolición sincera de las falsas virtudes y de los
falsos elogios.
Basta
de lavarse las manos, hay que tragar la
crítica, revolverse el estómago y el
alma como un purgante. No queremos
metáforas, ni sueños: es hora de calcinar la tradición si es preciso y sacar al
libro de los estantes y a los poeta de los bares y llevarlos a recitar en las
plazas, donde haya conmoción y ruptura.
Por
esa la Feria ha dejado más dudas y deudas que emociones; más esperanzas que realidades; el “podría haber
sido mejor” ha reemplazado al “estuvo
excelente”, como he leído en algunas publicaciones antojadizas. No hay que
engañarnos y resetear nuestro PC mental
lleno de caricaturas y servilismos.
*Escritor
y crítico literario.
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