LA FUNCIÓN DEL HOMBRE DENTRO DE
LAS AXIOLOGÍAS CULTURALES
1.- ¿VERDAD
UNIVERSAL O VERDADES HETERÓCLITAS?
El reconocimiento
actual de que la cultural universal se diversifica en una multiplicidad de
culturas, nos lleva a repensar el concepto de verdad tomada ésta en el sentido
clásico del término: objetividad de una cosa
que es. Para esto abordamos las categorías del individuo y de sociedad,
enmarcándolas en el criterio del UNO y de
los OTROs. Cuando el UNO está inserto en una determinada cultura aprende sus patrones de vida y aprende a profesar la verdad que
le adiestraron: verdad bíblica cristiana, por ejemplo. Sin embargo, reprende el
concepto de los OTROS, porque los asume como errados, propiciando la
intolerancia que se transmite de generación en generación, hasta arribar a
límites que pueden hacer peligrar el diálogo universal.
El relativismo cultural
nos enseña, según Marvin Harris, a ser tolerantes con otras culturas y a eliminar los residuos del subjetivismo en
que el UNO a veces se ufana: mi
cultura es superior al de los OTROs.
La verdad, como enseñaba Niestzche, es un acto de voluntad que emerge del
propio hombre y por lo tanto cada micromundo -de los miles que existen- tiene
cosmovisiones y axiologías diversas. El proceso culturizador y evangelizador del UNO, que pretende sojuzgar a los OTROs, ya que los considera bárbaros, salvajes puede llegar a
aplicar herramientas exterminadoras de
tipo fascistas, que deriven en pensamientos
raciales como el Nazismo alemán o el Apartheid
en el África. Si bien es cierto que el
relativismo cultural en cierta manera se contradice como afirma Álvarez Donoso
y Stephen A..James, en el hecho de que al pretender las nivelaciones culturales,
se presume nivelar patrones axiológicos, lo que en el fondo no es posible .El valor de una
cultura no está al mismo nivel en la otra cultura; sin embargo lo importante es
que debemos reconocer esa cierta ignorancia en cada cultura. Es cierto lo
que dice en este sentido Jean Lyotard: la cultura es siempre un saber y un no
saber. No se sabe lo que el OTRO es en realidad, de allí que se edifique la intolerancia. A
veces sólo se manifiestan sus llamados errores:
canibalismo, rituales sangrientos, mutilaciones, etc., que desde la perspectiva
de la llamada civilización son vistas como espectáculos grotescos.
Por eso el UNO debe
aprehender sobre la cultura
del OTRO, penetrar en sus mundos y
asociar sus diferenciaciones de valores
a un marco de respeto. Si bien es cierto que
Álvarez Donoso expresa que el relativismo ético es una falacia, porque
considera que no hay valores diferenciados, asemejándose más bien al
pensamiento de David Humen, sobre la
verdad ideal, universal, en el fondo la verdades culturales se reducen al
propio proceso del cambio: la transformación. Particularmente nos adherimos a
la idea de Paúl Feyeraben quien nos dice
que la verdad no es perenne, ella cambia constantemente. Verdad cultural es
reconocer en el OTRO, lo que el UNO
ignora y viceversa. Sólo por este reconocimiento es posible la
construcción de una nueva sociedad, sin intolerancia ni verticalismo.
2.-LA LIBERTAD DEL UNO ES LA LIBERTAD DEL OTRO.
El hombre es un ser expulsado al mundo para ser libre. Sólo se hace
cultura y se potencia la creatividad, sobre
la noción de libertad. Libertad no es abstracción, no es entelequia. Para
librar a los OTROS, partiendo desde
el UNO, es necesario no dominarlo,
sino liberarlo. Ya Platón, en La
Republica expresaba que el diálogo
en educación, así como la comunicación sin recelos, horizontal era decisiva
para la desinhibición; sin embargo su pensamiento era homogenizador: una sola
educación para todos. En el fondo es cierto, pero al existir un solo patrón de
verdad educativa, se vulnera el concepto de lo OTROS, No se afirma sus derechos y no se los hace libres.
Muchos coinciden en este último criterio: Bertrand Rusell, Herber
Spencer, Blanco Concepción Sánchez: el principal objetivo del sistema educativo
es empujar al hombre hacia una libertad que lo dignifique en su esencia. Sólo a
partir de esta premisa el UNO puede
autoafirmarse como sujeto dentro de su cultura: dándole una educación
constructiva, dialogante, donde exprese libertad. ¿Es posible afirmar la
identidad del UNO, dentro de un mundo
cultural exótico, por ejemplo el Aimara, sin vulnerar los patrones de una
educación globalizada? Todo indica que la relación del sujeto con la educación,
ya no es vertical, sino transformadora, horizontal. Uno de sus metas es lograr que el sujeto sea dialogante, no sólo
en el aula, sino con los OTROS, con
sus culturas que parecen antagónicas y que sin embargo son similares en niveles
axiológicos a los suyos.
Por otro lado se piensa que la inteligencia es privilegio de culturas avanzadas, pero, como indica Vásquez
Gómez, no existe el innatismo intelectual; ese criterio fascista, no es válido.
La inteligencia puede ser modificada por la educación. A un mejor sistema
educativo, se mejorará los niveles de intelectualidad y se construirá un hombre
libre consigo mismo y capaz de reconocer la libertad de los OTROs.
3.-EL EJERCICIO DEL PODER
La vieja noción aristotélica de que la inteligencia era privilegio de
los lideres y la ausencia de ella se achacaba a los otros: los esclavos, era en
verdad erróneo. Los poderes políticos en cierta manera deberían estar regidos
por una noción de inteligencia que ayude a las transformación de los OTROs; sin embargo, como dice Bakunin y Freud,
el instinto del poder se adueña del UNO
.Ser gobernante, lo enceguece, lo
encierra en su decadencia, a tal punto que no vislumbra el bienestar de los OTROs, sino de el UNO. Es un profundo y cruel
egoísmo.
A pesar de esto es necesario el poder y la presencia del líder, pues como dice Habermas, el sentido positivo
del poder está en la representatividad,
en que los OTROS reconocen en el UNO,
su identidad y sus debilidades. Es un contrato social- hablando en términos de
Roussoe- entre ellos. Por lo tanto la mayoría reconoce en el gobernante, el
poder que tiene porque la facultad de mandar proviene de ellos mismos. Ir
contra ese poder sería ir contra la evolución social, retroceder al estado primitivo
en que las leyes no se reconocían como hechos culturales, sino como expresión
de la subjetividad del UNO, del chaman o mediador entre los
hombres y los dioses, o en todo del caso del rey, quien era la ley y la
sentencia. Por eso los sistemas progresan, por su implícita constitución de que
hay un pacto entre el que gobierna y el gobernado.
Si bien es cierto que las leyes sociales coactan cierta libertad, como dice Herbert Marcuse, pero ello no implica
concebir al poder como elemento negativo, en términos marxistas, sino
como una construcción de la humanidad.
Por eso nos apegamos al criterio de Michel de Foucalt, que habla del poder como
expresión de la positividad del hombre, ya que el poder le otorga libertad
dentro de sus límites. Sólo así se edifica
los engranajes sociales; sólo así la
educación se reconoce como una continua construcción hacia la búsqueda de las
esencias humanas: la libertad, la tolerancia, el respeto y la justicia.
¿Cuál es lo negativo del poder? Jhon Locke afirma que el poder puede
coaccionar los derechos del hombre En cierta forma es contradictoria la idea:
educar en sociedad para liberar. Sin embargo, no debe comprenderse el término coaccionar como algo negativo, que
suprime. Si bien es cierto en algunas sociedades el poder vertical, autoritario
es nocivo para la creatividad de los
sujetos pensantes, pero en términos generales, en un sentido de justicia y
legalidad, los límites y los deberes que nos imponen el poder políticos, hechos
por los hombres a los cuales regirá sólo
pueden ser comprendidos como necesidades. El UNO no puede vulnerar el límite del OTRO, ya que se entraría en conflicto, se eliminaría la tolerancia.
Allí el poder entra en juego: preservar la sociedad, las normas y su misma
noción de Estado. He ahí reside la
racionalidad del poder, como señala Habermas.
4.- DIOS: UNA CATEGORÍA DE LA
VOLUNTAD
En páginas anteriores señalamos que según Nietzche, la verdad es entendida
como generatividad de la voluntad del UNO,
entonces ¿es posible concebir la verdad religiosa en este sentido? ¿Es Dios un
concepto antes que una naturaleza? Ya hace muchos siglos Lucrecio decía que el
mundo era imperfecto y por lo tanto los dioses no podían haberlo creado.
Replanteemos la pregunta. ¿Es Dios un ser imperfecto que ha creado un hombre imperfecto? Creemos que la pregunta puede abarcar muchos aspectos
de la gnoseología humana; sin embargo, consideramos que la religión puede ser
un arma de doble filo: afirmar la libertad o negarla. Religión es cultura. Con
este concepto volveríamos al inicio y diríamos que al haber muchas culturas, es
erróneo pensar como Rodríguez Bustamente que dice: sólo la revolución cristiana
es la correcta, o negarlo tajantemente
como Marx: religión es el opio del pueblo. Todo el debate no debe
personalizarse. Por eso los criterios educativos son importantes; no tanto como
un sistema de conocimientos, sino como un conjunto de actitudes. El
conocimiento en términos religiosos nos puede llevar a destruir el concepto del
OTRO. Islamismo no debe ser lo
opuesto de Cristianismo. Estas alteridades empujan al sistema a un límite donde
es difícil retroceder.
Por eso el problema no es si Dios es existe o no existe, sino el cómo
hago para que ambos sentidos sean verdaderos
en su propia dimensión, en su contextualidad, en su universo. No se trata de
encíclicas y de apostolados, sino de la certidumbre de que somos seres que
buscamos un lugar exacto en el cosmos. La Carta Encíclica
de Juan Pablo II de 1998 es acertada
cuando afirma que la fe y la razón no son excluyentes, sino convergentes. Ni
una es superior a la otra. Ambos se construyen, se transforman, no en procesos
dialécticos, sino como nueva categoría.
Creemos firmemente que el UNO,
no deber ser más aquel sujeto que mira de espaldas a su mundo, se encierre en
falsas premisas etnocéntricas, que desprecie al OTRO, al extraño por tan sólo hablar de otros valores que considera
culturalmente inferiores. No existe tal razonamiento. Sólo el horrendo
subjetivismo de la educación vertical, cínica, de mentes degradas puede concebir
eso. Las culturas se hermanan en una
gran fraternidad que los redime ante sus dioses, en lenguas ilimitadas,
absolutamente constructivas.
Finalmente, las categorías que denominan a Dios de diversas maneras:
Alá, Tao, Jehová, Energía, Alma Universal, etc, sólo tienen cabida en una
sociedad donde la libertad sea la única motivación. Sólo en este reconocimiento
de la libertad es posible afirmar nuevos valores. No existe la verdad, existen varias verdades. Por eso
la única religión verdadera –dijo una vez Einstein-es la humanidad. Hacia ella deben ir nuestras
razones, nuestra fe, porque en ella está Dios, está el Hombre y toda su grandeza